Hoy me amaneciste, con la paz como guerra, la lluvia con el sol y la curiosidad haciéndome pedazos el desgano. Con la certeza y los cambios en los pies.
Me amaneciste en la punta de la lengua donde la retórica no siente desgano y las ilusiones se pintan con óleo malgastado; donde los sentimientos callan lo que no sienten y se desvelan las emociones con la cafeína de tus labios.
Me amaneciste donde el cerebro se desenchufa, el corazón desborda su amperaje, se hace un ‘corto circuito’ y me ofusco, donde mi cable a tierra es verte y mi jarcia al cielo verte ser.
Me amaneciste y quiero despotricar tu lógica, ponerla en rebaño y echarla a dormir.
Quiero incendiar tu alma, flamear tu deseo y morderte el corazón a ver si así termina (mos) de reaccionar. Sin la complicación de una lista de plurales innecesarias (las palabras, los gustos, los proyectos, los labios, los cuerpos, las dudas, lo pasados, los futuros… los miedos); quiero la complicidad y realismo de un nosotros, sin protocolos.
Hoy me amaneciste,
quiero, lo necesito.
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