De haber sabido

De haber sabido que eras todo lo que yo quería y además necesitaba en mi vida, no estuviese aquí. 

De haber sabido que tu rostro es el cálido -y jaspeado- recuerdo  de un corazón enrojecido, no estuviese aquí. 

De haber sabido que la magia más anhelada sería brindada por el alma que das, definitivamente no estuviese aquí. 

De haber sabido que el milagro de encontrarte ocurrió en la aurora de mi vida, ¿Sabes? No, no estuviese aquí.

Pero cómo iba a saber, cuando sólo la guía fue evitar dragones, meteoritos y fuego en las manos. ¿Cómo iba a saber que para tener la vela del alma plenamente prendida no todas las llamas son aptas ni son adecuadas?

Y aunque de haber sabido tantas cosas, no estaría aquí, sin ti, todas esas cosas que ahora sé seguro me harán dar y recibir vida de esa vela de alma que reconozca, perfectamente adecuada para mi.